Día de saco

Se mira, al reflejo el saco cauteloso y agita todos los segundos antes de lanzarlos a su antojo, a la manera que se siente más ameno hacia él porque es quién se autoriza por su nombre. Que para unos es el primero y otros dicen que es el último, pero ahí está con su saco designado aún orden que esta muy lejos de algún equilibrio. El ñato hace cantar el gallo en toda la noche, luego recibe el sol, las horas. Y ahí va comenzó su nacimiento imparable hasta ahogarse en sí mismo, en la actividad tortuosa de las 24 horas. Declinan sus más íntimos segundos declarando de cara a las nubes, a los pájaros o algún sapo que anuncia la lluvia al abismo de las horas. Y aquí estamos todos muy húmedos mirando en el balcón y pasan colectivos naranjas o cada tanto las vecinas conversas falsas historias acomodándose los rulos o el chal que le regalo la prima.
Tantos segundos no pasaron en este día vestido de saco, y dicen que vamos aquél cuarto sin luz en el primero o último día de la semana. Que nos tira a patadas, nos apura, nos amontona, nos hace pasear como locos por su posición y designio por dios o el presidente que es un momento que hay para darse hacia uno dicen pero hoy está el cuarto que no quiero acercarme y te preguntan si vas o si fuiste había mucha gente a mi me toca en la mesa 2 y a mí en la 1248, cuanto falta para que cierre. Si está todo cerrado y sin luz con muchos papeles que me chocan, no quiero tocarlos y hay que elegir y ponerlo en un sobre todas las caras que se ven repetidas en la calle de unos cuantos Domingos atrás. Y es gente que solo se ven en papeles, afiches y ahora hay que ponerlos en un sobre en ese cuarto sin luz sin nadie - si alguien se asoma por debajo de la mesa – dije – como está tan oscuro nadie sabe-. Y mañana u hoy nos avisan por las radios o la televisión quién de esos afiches que vimos en la calle es el que más gente por alguna razón que desconozco la han puesto varias veces en cada sobre, en los cuartos con luz cortada y cortinas cerradas que es para no intimidarnos pero está toda esa gente que nos mira en el afiche allí en las calles y nunca duermen.
Las horas destinadas hoy son para amontonarse, comer como chanchos hasta el hartazgo y luego preguntar por el hombre de bigotes de la mesa 98 que habla escupiendo de unos señores o cosas que nunca duermen en las radios, en la boca de la vecina con rulos y todos dicen a coro, miran a un punto diciendo un nombre que halaga o lo desdibuja en sus manos y lo vuelven armar con la cabeza – allá aquella puerta- dicen 5 o 6 personas en una mesa larga – toma el sobre- me freno miro a cada uno que agarran mi libreta la miran ponen sello firman respiran descuidadamente. Cuatro pasos abrí la puerta y allí esta la habitación sin luz, con papeles, todos amargamente sonrientes llevados a una cara lleno de gozos que no entiendo y tengo que acariciar a uno con mis dedos y me repulsa hacia la hendija de la ventana me asfixio en este cuarto íntimo que no estoy del todo cómodo, no quiero ver sus ojos, sus únicos ojos que conozco en los afiches. Escucho la puerta me preguntan si estoy bien y alcanzo a decir que no me decido entre tantas caras que ninguna quiero tocar ni ponerlas como una decisión y todas ellas van a salir por otros papeles diciendo no se que cosa y en la radio el Sr. De bigotes que va a hablar escupiendo a todas las fotos siendo su firme decisión. – y cuantos había en tu mesa- sale una voz allí abajo – a quién votaste – . Si todavía tengo el sobre entre mis dedos impacientes. Camino hacia la luz les doy el sobre sigo caminando me llaman, extiendo la mano y recibo la libreta sigo por la plaza de canchitas, no hay niños jugando y ellos no deciden, solo no lo llevan por este día de saco y le sacan las ganas de jugar. Opinamos, nos amontonamos comemos como chancho – a quien votaste- y si ya sabemos pero no importa hay que hablar igual, salen palabras atacadas porque nos interesa la decisión por la foto que agota los segundos de un día muy agitado para un par de personas que visten de saco hasta que cante el gallo.

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